‘Gracias por tu vida, papá’: senador Horacio José Serpa Moncada

 Adiós papá. Buen viaje.

 Bogotá D.C., noviembre 3 de 2020 (Columna del s. Horacio José Serpa).- Fuiste un ser humano maravilloso. Como esposo, padre, hijo, hermano, tío y abuelo nos enseñaste a amar la familia y estar unidos siempre. Nos diste ejemplo de pulcritud, tenacidad, transparencia y entrega al servicio de Colombia. Nunca decías una mala palabra, eras reservado, odiabas el chisme y la mentira, y tenías respeto absoluto por las personas. Nunca te quejabas de nada ni exigías nada. Tu forma de ser era un imán que retenía a quienes te conocían. Tu carisma era un regalo de Dios que compartiste con la gente.

Siempre supiste encontrar en las cosas pequeñas las más grandes alegrías. Tu vida fue una parábola de servicio a los necesitados y de compromiso con cada ser humano que te abriera su corazón. Fuiste un luchador incansable y un trabajador sin horario que nunca abandonó el objetivo de transformar el mundo que te rodeaba y hacerlo más humano, más digno, más justo, más apacible.

Fuiste un digno heredero y representante de la estirpe santandereana, caballero en los triunfos y decidido ante las adversidades. Nos diste ejemplo de humildad en cada uno de tus logros. Nunca olvidaste tus orígenes y siempre fuiste orgulloso de tu capacidad de superar obstáculos, con dedicación, honestidad y esfuerzo, para salir adelante. Escribir te apasionaba, hablar en público te inspiraba, pero estar rodeado de la familia era lo que anhelabas.

En lo personal eras querido, aplaudido, controvertido e incluso difamado. Nunca permitiste que nadie pisoteara tu dignidad y defendiste con altura tus tesis e ideales. Debatías con objetividad, discutías sin sectarismos y participabas en acciones que dignificaran la política. Fuiste un hombre de principios y profundos valores humanos que te hicieron ser una persona de carácter, pero tu nobleza no te permitía mentir, lastimar o traicionar. La lealtad fue tu sello y es nuestra gran herencia.

Fuiste abogado, constitucionalista, político, pero sobre todo un defensor de los derechos humanos y la paz. Tu trayectoria política deja un sello en Colombia porque hiciste de tu profesión una cátedra diaria de transparencia y compromiso. Llevaste a la actividad política tu espíritu altruista de servicio, lealtad y compromiso social. Tu gran lección al país fue ser un luchador incansable por el fin de la violencia y el logro de la convivencia, la reconciliación y la vigencia plena de la Constitución. Nunca renunciaste a ese objetivo.

Naciste liberal, viviste liberal y serás eternamente liberal. Luchaste como un tigre por tu partido, que dirigiste con grandeza y fue sello personal. Al igual que Barrancabermeja, la ciudad que amaste con pasión santandereana. Viviste a plenitud. En tu viaje llevas el alma plena de satisfacciones. Fuiste útil y trabajaste para hacer posible una mejor Colombia. Ese amor al país nos lo inculcaste a la familia. Tus nietos extrañarán tus lecciones de historia y tus consejos diarios por leer y escribir. Un humanista como tú tenía claro que la educación es la llave del cambio. Por eso disfrutabas tus cátedras universitarias.

Le harás falta a Colombia. Pero sobre todo a tu familia. Tu partida ha sido la etapa más dolorosa de mi vida. Me reconforta saber que tu recuerdo nos abrazará siempre y estarás presente a cada paso que demos. Te fuiste en el momento menos esperado, cuando ilusionados creímos poder compartir más tiempo en tu etapa de retiro en tu tierra santandereana, pero Dios quiso tenerte a su lado.

Estaré siempre agradecido con Dios por haberme dado un padre tan maravilloso como tú. Guardaré como un tesoro cada recuerdo tuyo, cada sonrisa, los besos y caricias, nuestras locuras y los disparates que hacíamos juntos, nuestras burlas y tontas bromas, nuestros llantos y los llamados de atención. Siempre fuiste mi superhéroe y mi impulso para llegar a ser quien soy. Gracias por la vida, papá. Gracias por tu ejemplo. Gracias por amarme y hacerme feliz. Gracias por darme las palabras de apoyo en los momentos difíciles. Gracias por abrazarme y estar ahí para mí siempre.

Será muy largo y solitario el camino sin ti. Fuiste y serás mi faro y mi brújula. Me guiaste y lo seguirás haciendo siempre. Mientras nos volvemos a encontrar, seguiré queriéndote, pensándote y extrañando con profundo amor y gratitud.

Gracias por tu ejemplo. Gracias por amarme y hacerme feliz. Gracias por darme las palabras de apoyo en los momentos difíciles. Gracias por abrazarme y estar ahí para mí siempre.

En tu ausencia cuidaremos a mi mamá. Tu Rosita, nuestra adorada Tata, seguirá siendo el centro de la casa. Y nuestra promesa es amarla, protegerla y darle gracias a Dios por recibir su amor por sus hijos y nietos.

Buen viaje, padre mío. Descansa en paz. Te adoro, te mando un abrazo inmenso y un gran beso de aquí hasta el cielo. Que la luz de tu pensamiento me guíe siempre.

 

 


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